La compañía de danza contemporánea
debutó anoche en el Teatro
Experimental.
22-Octubre-08
La ironía y el lenguaje del cuerpo se unieron en sintonía, para crear tiempos y movimientos absurdos de una realidad caótica. Cuadros de imágenes que evocan a una artista encerrada en su propia parodia y escenas del aislamiento de la sociedad contemporánea pulsaron durante el debut de la compañía neoyorquina Da Da Dance, que anoche se presentó sobre el escenario del Teatro Experimental de Jalisco como parte del Encuentro Internacional de Nuevos Creadores a Escena.
Los espectadores comenzaron a llegar al Experimental poco antes de las 20:30 horas. La sala apenas tenía 30 personas, cuando se dio la primera llamada, pero fueron llegando poco a poco, hasta que se abrió el telón quince minutos después. Luego, la reflexión en torno al movimiento y la expresión del cuerpo se unieron como protagonistas en Exit skeleton & blood orange & blue print & airheads. La coreografía integrada por cuatro piezas contó dos historias paralelas a través de diversos lenguajes escénicos, que se mezclaron para formar una expresión bizarra del mundo contemporáneo.
Los bailarines Eun Jung Choi-González y Guillermo Ortega aparecieron en escena para desafiar los movimientos del cuerpo y ejecutar una coreografía lúdica, llena de ritmo y humor, que incluso hizo reír a los presentes. Luego la imagen paralela: un corto video en el que una artista es entrevista en el baño del hotel, en el que se hospeda. La mujer habla de su propuesta creativa y arrogante define su discurso con palabras sin sentido.
Los bailarines regresaron al escenario para explorar las convenciones sociales que han adquirido hombres y mujeres. Con movimientos desenfados y expresivos, el dueto mostró la dinámica de pareja y se burló de los roles establecidos por la sociedad a través de improvisaciones y teatro del cuerpo, que se combinó con música y efectos ejecutados en vivo por Valentina González. La sala quedó oscura y la imagen de la artista regresó a la pantalla para narrar una escena surreal en la que un hombre trata de subir por el elevador de un hotel, mientras la creadora realiza una coreografía incomprensible que se repite en cada uno de los pisos en los que para el ascensor.
La pareja volvió al escenario para narrar otro cuadro del mundo contemporáneo, en el que el aislamiento se hace cada vez más profundo por las creencias religiosas y políticas.
Durante casi una hora, los artistas exploraron los diversos lenguajes del movimiento y reflexionaron sobre la propia creación dancística. Cuando el telón cerró, los casi 80 espectadores ofrecieron un fuerte aplauso al dueto.
Rebeca Pérez Vega